viernes, 5 de agosto de 2011

LA MADRUGADA QUE UNA LEY LE PUSO CALOR AL FRÍO



No era un día más, de eso no quedaban dudas. 
Las 13.15 marcaba el reloj de ese gélido y soleado mediodía del miércoles 14 de julio de 2010 en Buenos Aires. Todavía había poca gente haciendo la “vigilia” en la plaza de los dos Congresos, pero la sesión en el Senado ya había empezado.

A pesar de que pintaba para larga la cosa y que el frío helaba las venas, él ya había llegado. De 33 años y oriundo de Concordia, Esteban Paulón, presidente de la Federación de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales (Falgbt), no podía no ser parte de un hecho histórico: los senadores nacionales decidían por sí o por no la Ley de Matrimonio Igualitario. Tenía que vivirlo de punta a punta, pase lo que pase. Se gane o se pierda. 

Esteban siempre fue positivo: de esta forma había llegado, de esta manera tenía que seguir. No había otra manera de enfrentarlo. Debía transmitirle seguridad a los compañeros que andaban con dudas. 

Al solcito todavía se podía, el problema era cuando empiece a caer la tarde. No había otra que amucharse para tener un poco de calor humano y darle al mate. Pasaban las horas y la gente seguía llegando. Pepito Cibrián, Claudio Morgado, Osvaldo Bazán. Ni hablar de Kevin Johansen y Patricia Sosa, que se mandaron un show de aquellos para apaciguar la espera. Más que la vigilia para esperar una ansiada ley, parecía Sábado Bus de tanto famoso junto por momentos.

Y así empezaba a oscurecer. Esteban no estuvo un minuto quieto, iba de acá para allá. Si bien la tendencia era favorable, había que asegurarse de conseguir los votos de los senadores indecisos. Si hasta Carlos Menem andaba dando vueltas por ahí, que parece que no se que le agarró y se fue.

II
Ya era jueves 15 de julio. 
Hacía más de 12 horas que él estaba ahí. Esa noche, o mejor dicho, esa madrugada tenía que ser. Si devolvían el proyecto a Diputados se iba a complicar, pensaba Esteban. Encima, se venía el receso invernal. Y hablando de invierno, no queda otra que repetirlo por enésima vez: ¡qué frío que hacía! La parte más dura fue desde las 2 hasta las 4 de la mañana. Paulón y los suyos estaban al borde del congelamiento, no se podía más.

Cuando se acercaba el veredicto final, a Esteban se le cruzaron mil cosas por la cabeza. Se puso a pensar que la situación de Argentina se reflejaba mucho con lo que le pasó a él. Al igual que lo que acontecía en el país, a parte de su familia y a algunos conocidos, les costó mucho aceptar y comprender su condición de homosexual. Amigos (que al parecer no eran tan amigos) quedaron en el camino. Con sus tres hermanos todo bien, la cosa difícil era con sus viejos. Si bien ahora lo aceptan y están orgullosos de la vida que lleva Esteban, fue una herida muy fuerte que llevó años reconstruirla. El hecho de no poder compartir una parte tan importante de su vida fue complicado para el militante de la Falgbt.

Y ni hablar de la sociedad, o al menos una parte de ella que por suerte cada vez es menor. Esteban tuvo que bancarse que le digan cualquier cosa. Algunos lo trataron, solo por ser gay, de enfermo, de plan del demonio, de abobinable, de tendiente al suicidio, de promiscuo...

III 
Ya eran más de las 4 de la mañana.
Quince horas de vigilia en el Congreso, más de medio día de debate en el Senado, 47 oradores (cómo olvidar el cruce entre Pichetto y Negre de Alonso), miles de personas que se habían acercado a la plaza y otros tantos que lo seguían desde sus casas. Todo era un compendio de situaciones estresantes.

Cuando se estaba haciendo la votación definitiva, salió corriendo a la Plaza y vio en la pantalla “33 votos a favor, 27 en contra”. Estaban todos abrazándose, llorando. De solo recordarlo, Esteban se emociona. Fue el momento donde por fin sintió la noción igualdad, ya dejaba de ser ciudadano de segunda. 

“Queda aprobado, se transforma en ley, se comunica al Poder Ejecutivo”, dijo el presidente del Senado, José Pampuro. Ya no quedaban dudas: el matrimonio igualitario era una realidad.

IV
Un año después
Pensar que ya pasó un año de todo esto. Esta ley era muy esperada, no puede ser otra la conclusión de Esteban. A pesar de todo lo que se decía, ya más tres mil parejas se casaron en todo el país. Guste a quien le  guste.

Por un momento, Esteban se pone a pensar y reflexiona para sus adentros: “Luché tanto… para algo tan simple”. Recordó que cuando contrajo matrimonio la primera pareja en Rosario, Martín y Oscar, dos grandes amigos de él, se dio cuenta que era como cualquier casamiento. Un "acepto" de cada uno de los novios, un beso, arroz, una fiesta, gente sonriente, gente llorando de alegría, gente bailando. La única diferencia es que los casados eran del mismo sexo. Nada más.

1 comentario:

  1. Buen trabajo.
    BUENA IDEA PARA LA ESTRUCTURA DEL RELATO.
    Falta trabajo de recursos y hay algunas expresiones mal usadas.
    Bien los enlaces.

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